Hace unos días escribí una nota sobre mi experiencia como docente (Ver Post Huellas en el alma). El 7 de diciembre, uno de los protagonistas me mandó el más hermoso de los mensajes.
Sergio Ronchi – el papá de Mateo - es una persona que adoro. Él, a su vez, adora a sus hijos pero fue el primer padre en demostrarle a su hijo lo que significa el respeto a su maestra; situación más que extraña en la Argentina actual.
No recuerdo por qué reté a Mateo; sería imposible recordar cada uno de los retos diarios a ese pequeño demonio, pero viniendo de él todo es posible. Sí recuerdo la nota que envió Sergio por cuadernos de comunicaciones; incluso una charla en la puerta del colegio. Palabras más, palabras menos le dejó en claro a su hijo que se jodiera por no obedecerme. Y también tengo grabado que en su mensaje explícitamente decía que tenía todo su apoyo para proceder de esa manera y de cualquier otra forma que considerara prudente.
Mi éxito no residió en ese episodio; mi éxito reside en que tengo gente que de alguna manera u otra me rodea y me escribe palabras tan hermosas como esas. ¡Gracias!
No hay comentarios:
Publicar un comentario