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sábado, 3 de diciembre de 2011

Perfección vs. Satisfacción

Mi casa es – hoy por hoy – mi lugar en el mundo. Es mi hogar, mi oasis, mi reducto. Amo cada rincón, amo su color y su paz. Tiene todo lo que necesito: luz desde bien temprano en la mañana hasta casi casi la noche en todos y cada uno de los ambientes (Una a favor: la quita de subsidios no me va a afectar demasiado porque es poco lo que prendo las luces J).
El baño – al igual que el resto - satisface y excede mis expectativas. Es amplio, cómodo y tiene ventana. Eso es doble punto a favor: se mantiene ventilado (a veces, bastante más de lo que me gustaría, sobre todo en invierno) y tiene mucha luz natural.
Sin embargo, eso mismo me trae una paradoja interna. La ventana está sobre la pared de la ducha. La ducha tiene una cortina. Está bien que viva sola y que si voy al baño, raramente cierre la puerta pero todavía la cortina sigue firme en su lugar. Creo que más por vagancia a tener que secar el baño luego que por otro motivo.
En fin, volviendo al tema, éste es el dilema: si dejo la cortina plegada, no se aprecia lo linda que es y  además se ve toda la ducha, la colección inmensurable de botellas de shampoo, y enjuagues, productos varios de perfumería, y el tender (no demasiado santo de mi devoción pero la solución perfecta para un departamento de metraje reducido). Pero me permite tener luz solar casi todo el día. Esto es bueno no sólo por el tema de los subsidios mencionados previamente sino que es eco-friendly y además es la mejor luz para verme pelos, granos y canas o a la hora de maquillarme.
Por el contrario, si la cierro, no me veo ni las canas, ni los pelos, ni los granos pero sí siento que no veo nada y que estoy dentro de una lata de tomates, por poner un ejemplo. Uno podría alegar que es preferible esto y no tener que enfrentar la realidad. ¿Qué quieren qué les diga? Así y todo, prefiero verme las imperfecciones y los signos visibles del paso del tiempo (canas y el hecho de no ver bien a la hora de maquillarme) a tener un ambiente de la casa con poca (según mis parámetros) luz.


Después de un difícil e inolvidable 2010, aprendí y sigo aprendiendo que es mejor la satisfacción personal que la perfección. Ergo, un baño lleno de luz es preferible a uno inmaculado, perfecto y, para mi gusto, un poco oscuro.

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