Buscar este blog

lunes, 30 de enero de 2012

¡Qué te calles!

Señora mamá, señor papá (aunque menos frecuente) en este sencillo pero emotivo escrito, le voy a pedir encarecidamente un favor.
No es raro que durante los meses estivales, mamis y papis, lleven a sus pequeños retoños a trabajar con ustedes al Microcentro. ¡Qué linda experiencia para una criatura! Todo es una aventura: despertarse temprano, viajar en algún transporte público como colectivo, subte o tren para los más osados o los menos acaudalados, y finalmente llegar a la oficina para vivenciar cómo es un día de trabajo. Es como ir a un parque temático pero en vez de ver a Mickey, sus amigos y su casa, conocemos al jefe y compañeros de mamá o papá, sacamos fotocopias y aprendemos cómo utilizar una abrochadora sin mutilarnos un dedo.
Ahora aquí está el motivo de mi llamado a la solidaridad: si va a llevar a su querubín al Microcentro y decide viajar en subte, le pido por favor, le ruego, le imploro que se asegure de que el niño o la niña no hable como loro bajo los efectos del Prozac en las escaleras del subte; menos aún si el día elegido es el lunes.
Hoy al salir del subte reparé que una vocecita penetraba en mi tímpano hasta hacerme odiar el proceso psico-fisiológico que proporciona la capacidad de oír. Creí morir, creí que el diablo brotaba de mi cuerpo y estrangulaba a la dulce personita. En este caso en particular, pude controlar mis impulsos asesinos y evitar una muerte tan temprana. Sin embargo, y dado la acumulación de cansancio que estoy experimentando últimamente, no le puedo asegurar que en una futura oportunidad pueda domar la fiera que llevo adentro.
Quedan debidamente notificados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario