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martes, 31 de enero de 2012

Manual del Pucho – Volumen II

Retomando el tema de los cigarrillos (ver post Según el cristal con el que se lo mire), yo sigo aumentando mis conocimientos en esta materia.
Otra vez Anto me encargó que le llevara cigarrillos camino a su casa. No sólo me molesta sobremanera ir a comprar estos desagrables tubitos blancos que – dicho sea de paso – son perjudicial para la salud Ley Nº 23.344, sino que debo soportar las burlas ante mi ignorancia sobre las especificidades del tema.
Por suerte esta vez me llamó, en vez de acudir al ambiguo mensaje de texto. Y así se desenvolvió nuestra charla:

A: “Dolo, ¿pasás por un quiosco y traés un Malboro Box y un Camel Box?”
D: Bueno (con resignación). ¿De 10 o de 20? (Ingenuamente)
A: Ayy, Dolo (Divertida). Si es Box son de 20

Si tengo que encontrar la parte positiva de todo este asunto, puedo decir que supe enseguida que estábamos hablando de cigarrillos. De las risas y burlas no me hago cargo. Sé que voy profundizando mis saberes en esta área. It´s all that matters!

lunes, 30 de enero de 2012

¡Qué te calles!

Señora mamá, señor papá (aunque menos frecuente) en este sencillo pero emotivo escrito, le voy a pedir encarecidamente un favor.
No es raro que durante los meses estivales, mamis y papis, lleven a sus pequeños retoños a trabajar con ustedes al Microcentro. ¡Qué linda experiencia para una criatura! Todo es una aventura: despertarse temprano, viajar en algún transporte público como colectivo, subte o tren para los más osados o los menos acaudalados, y finalmente llegar a la oficina para vivenciar cómo es un día de trabajo. Es como ir a un parque temático pero en vez de ver a Mickey, sus amigos y su casa, conocemos al jefe y compañeros de mamá o papá, sacamos fotocopias y aprendemos cómo utilizar una abrochadora sin mutilarnos un dedo.
Ahora aquí está el motivo de mi llamado a la solidaridad: si va a llevar a su querubín al Microcentro y decide viajar en subte, le pido por favor, le ruego, le imploro que se asegure de que el niño o la niña no hable como loro bajo los efectos del Prozac en las escaleras del subte; menos aún si el día elegido es el lunes.
Hoy al salir del subte reparé que una vocecita penetraba en mi tímpano hasta hacerme odiar el proceso psico-fisiológico que proporciona la capacidad de oír. Creí morir, creí que el diablo brotaba de mi cuerpo y estrangulaba a la dulce personita. En este caso en particular, pude controlar mis impulsos asesinos y evitar una muerte tan temprana. Sin embargo, y dado la acumulación de cansancio que estoy experimentando últimamente, no le puedo asegurar que en una futura oportunidad pueda domar la fiera que llevo adentro.
Quedan debidamente notificados.

sábado, 28 de enero de 2012

Sobrevivir

Hoy leí una frase que me impactó:

"Un Cáncer no es para sufrirlo; es para superarlo"


¡Qué buena conclusión! Debería escucharla todo aquel que es diagnosticado con esta enfermedad en cualquiera de sus variantes. Sin embargo me pregunto ¿qué pasa con aquellos que no lo superan? ¿Y por qué no es así?
Hace casi dos años mi abuelo Tito dejó de sufrir y no superó un cáncer de colon; hoy Cloti, una amiga de mi tía, un “sol” según sus amigas, está a punto de perder la batalla.
Son interrogantes sin respuesta, esos misterios de Dios que no tienen explicación.
A los que quedaron o están por quedar en el camino, no tengo más que decirles que su lucha es admirable. A todos, mi reconocimiento y mi más profunda admiración. Para todos ustedes son estas palabras; ustedes se lo merecen. 

jueves, 26 de enero de 2012

Tengo la manzana, digo la cabeza, rodeada


Una fría mañana de junio de 2003, en medio de una Gastritis, descubrí mi primera cana. ¡Qué momento más duro! La vida me estaba cacheteando por partida doble: no sólo me dolía el estómago hasta doblarme en dos, sino que mi cabeza estaba dando cuenta del paso del tiempo por medio de las canas; esos indeseables cabellos blancos.

Alguna otra mañana, tarde o noche, fría o calurosa, de algún otro año ese maldito pelo se había reproducido en mi oscura cabellera. Al principio, se mantenían escondidas en las capas inferiores de mi melena. Con el tiempo, un par de las más atrevidas nacían sin tapujos en la coronilla de mi cabeza, y tan derechitas las muy descaradas que parecían cualquier cosa menos un pelo; llegué a pensar que la Ley de la Gravedad no tenía efecto en esos incipientes cabellos blancos.
Ya estamos casi mediando el primer mes de este nuevo 2012 y las muy rebeldes no me dan tregua. Las veo a lo largo de mi cabellera, en la coronilla, en las capas inferiores, en el flequillo, y hasta en las cejas y el bozo. Ésto sí que fue un baldazo de agua fría: un pelo blanco en el entrecejo y los bigotes. ¡Sunescándalounabuso!
Como si fuesen pocas las decisiones que no puedo tomar – dónde y cuándo irme de vacaciones, sacar o no el pasaporte, comprar o no un ventilador de techo – ahora también me tengo que ocupar de resolver cuestiones como si teñirme o no, qué color elegir, lo hago yo o con la ayuda de algún alma caritativa como ser mi prima Rochi o mi amiga Sole, o pago un peluquero para tales fines. ¡Esto es demasiado! Otra vez, las canas serán tema de diván. A veces pienso que para Ana (Leticia Palacio, aka la psicoloca) tenerme a mí de paciente es como un Spa. ¡Debe haber tanto loquito que entra y sale de su consultorio con temas más graves que las canas! Pero, en serio, público lector, es un tema que me quita el sueño, que me paraliza, que me cuesta resolver.
Me cuesta encontrar la salida porque me niego a caer en la rutina de teñirme cada 3, 4 o más semanas; me niego a tener que ver cómo se ensanchan las raíces; me niego, simplemente ME NIEGOOOOOO. Juro por Dios, Alá, Adonai y Lucifer que la pilotée hasta cuanto pude. Me puse tope máximo los treinta; pasé los treinta triunfalmente y llegué a los treinta y uno invicta; encontré el cloro de la pileta como aliado para no recurrir a la tintura; lo probé todo. Sin embargo, como el Reduce Fat Fast de Jorge Hané o los Easy Step, los milagros no existen y para este caso tampoco. Si querés deshacerte de los rollos, cagate de hambre y mové las cachas; si querés disimular al enemigo blanco, teñite vos, tu prima, tu amiga o dejá parte de tu sueldo mensualmente y colaborá con la economía del bendito peluquero a cambio del servicio prestado.
Las muy degeneradas siguen apareciendo y me siguen recordando a diario el hostil paso del tiempo; me siguen recordando que tendré que pedir ayuda aunque no quiera; me siguen recordando la fiaca que me da todo esta franela de la tintura. Las muy descaradas repiten a diario por medio de su presencia que...me tienen rodeada.

Veinte años... ¿no son nada?

Hace unos meses, descubrí que la cabecita blanca que aparecía en Facebook y que llevaba el mismo nombre que mi maestra de inglés de 6°grado, correspondía a mi maestra de inglés de 6° grado; efectivamente era Gilda Irsius.
Salí del interrogante porque le envié la solicitud de amistad, mensaje mediante para cerciorarme de que no estuviera agregando a alguna asesina serial, una estafadora virtual o algo por el estilo.
Hace unos días, la volví a contactar por mail para hacerle una consulta turística porque está viviendo en Panamá con su familia.
De la época en que éramos maestra-alumna, ya pasaron veinte años. ¡A la pelota! A veces me cuesta creerlo pero sí, señores, pasó esa cantidad de tiempo. Y desde que la contacté que no dejo de tener flashbacks de aquellos tiempos.
Mi primer gran recuerdo fue mi conducta; mi pésima conducta. Queridos lectores, siento vergüenza de pensar en lo mal que me portaba en esos tiempos. Si mal no recuerdo, terminé ese año lectivo con aproximadamente cincuenta malas notas. Todas ellas, hacían referencia a los mismos actos de vandalismo: “Dolores fue observada por arrojar papeles”; “Dolores fue observada por conversar en clase”; “Dolores fue observada por contestarle a su docente”. Después si bien la sintaxis de las notas cambió, sólo fue para ahorrar tinta y optimizar el tiempo aunque el contenido de los llamados de atención eran medianamente iguales: “Observada por arrojar papeles”; “Observada por conversar en hora de lectura literaria”; “Observada por esto”; “Observada por aquello”, pero siempre observada por alguna macana.
Los años pasaron, veinte en total. Ya no tengo cuaderno de comunicaciones, mamá ya no pregunta si tiene que firmar alguna mala nota al llegar del trabajo, ya no está Gilda llamándome la atención a diario. Algunas situaciones cambiaron; no muchas, no se crean. Ahora el lugar de Gilda lo ocupa Marina, no tengo cuaderno donde plasmar los llamados de atención, sólo tengo reprimendas orales, pero las observaciones continúan. Ahora son por lanzar vituperios indiscriminadamente al aire en la oficina, poner cara de pocos amigos a cuanto chitrulo me saca de mis casillas por preguntar obviedades o sinsentidos.
Me sigo asombrando de estos veinte años; me sigo asombrando de que pasaron los años pero las mañas quedaron. Mañas un poco cambiadas, contextualizadas a mi realidad actual pero mañas al fin.

PD: en esta foto, estaba comenzando preescolar; acá sí era buena, callada y sumisa. La debacle sucedió 6 años después, pero la foto lo vale. 

martes, 24 de enero de 2012

Nunca salga sin ellos; como la Amex

Cuando decidí escribir seriamente en este blog (Ver post "Resolución del año"), prometí llevar conmigo lapicera y anotador para ir tomando nota de cuanto pensamiento, anécdota o aventura sucediera a mi alrededor.
Debo confesar que con el paso de los meses, la venida del calor y la acumulación de años, a veces se me hace trabajoso cargar con los adminículos. Sin embargo, nunca falta en mi cartera o mochila una lapicera y un post it o un volante o pedazo de papel en el cual pueda registrar el tema de mi próximo post.

Hoy yendo a cenar con amigos del Banco, se me ocurrieron tres temas; así de la nada. Antes de llegar a la casa de Anto, ya se me había ocurrido el cuarto. Todo quedó debidamente registrado en mi Post it. ¡Qué sería de mí sin ellos!
Ahora que lo pienso, también cuento con el celular. Debo ser una escritora a la vieja usanza; rara vez se me ocurre anotar en él mis futuros temas de reflexión.
De todas maneras, recuerde: como con la American Express, nunca salga sin ellos.

miércoles, 18 de enero de 2012

...y a Dios lo que es de Dios

Querida Hermana mía:

Retomando este tópico en el que me embarqué hace unos posts atrás, debo pedirte encarecidamente que empieces a asignarle a las personas roles específicos según las habilidades que cada uno posee.
¿A qué se debe este pedido? A tu marido. Sabés que es un gran compañero de ruta, que es un excelente padre pero el pobre chico no posee determinadas habilidades. Mandarlo a comprar ropa de nena solo, sin el consentimiento de una mirada femenina, sin la palmada aprobatoria en la espalda tuya, de su madre, su suegra o – en el peor de los casos – una vecina es una de éstas. ¡Una locura con mayúsculas!
Ayer – martes 17 de enero de 2012 – te fuiste sin más al médico y nos dejaste cual séquito privado de mayordomo y doncella a Ale - mi cuñado, tu marido, el padre de tu hija - y a mí al cuidado de la chiquita. Como buena cuñada piola, me ofrecí a llevarme a Valen a lo de Chicha – la bisabuela en cuestión - mientras Ale se iba a elegir unos CDs y a aprovechar un poco estar él solito y su alma. Algo así como un retiro espiritual pero con él mismo, con su otro yo y dejar de lado los cuestionamientos existenciales femeninos, el gran problema todavía sin solución de los pañales o las canciones de Adriana.
Sin embargo, la vida no siempre es tan generosa porque, hermana querida, lo mandaste sin piedad a comprarle una musculosa rosita a la pequeña. Ante esa cara de preocupación, de desconcierto, de ultrajo a la libertad masculina, me vi en la obligación de ofrecerle mi ayuda y guía incondicional para ir a Cheeky. Primera escala: Musimundo. Le di tiempo y espacio suficiente para que eligiera sus CDs mientras Valen y yo mirábamos los infantiles. Si bien no encontró nada de su agrado, terminó comprando un DVD para la chiquita malcriada. Repito: es un excelente padre y esto es otro ejemplo de ello.
Segunda parada: Cheeky. Por orden de aparición, Valen, yo y atrás Ale ingresamos al local. En seguida se acercó una vendedora y amablemente le preguntó “Sí, ¿te puedo ayudar en algo?”. Me pregunto porqué se le acercó directamente a él. ¿Le vio cara de adinerado? ¿Le tenía ganas? ¿Me vio pinta de indigente? Las dos primeras cuestiones no me preocupan tanto como la última. Espero que no haya sido eso lo que motivó a la amable vendedora. Espero que no te ofendas con mi comentario pero ¡qué tupé de pensar que estoy al borde de la indigencia el de la vendedora!
A esa pregunta este pobre hombre desamparado en un negocio que exudaba estrógenos por doquier respondió con cara de desconcierto “ehhhh, una musculosa rosa pero...preguntale a ella” (y el dedo acusador iba directamente dirigido en mi dirección).
Ahí entró Tía Dolo “to the rescue”; al rescate del guardarropas de la nena pero, principalmente, al rescate de un hombre sumamente dubitativo.
El proceso después fue bastante simple: elegimos musculosa, descartamos shorts y bermudas, elegimos un vestido. Con sumo respeto, elegí las prendas pero consultaba costos y chequeaba con la chiquita que le gustara aunque a todo me contestó con su característico “no quere”, bien enfático e imperativo si vale la aclaración.
Querida hermana, sabés que te quiero, que te respeto pero sabé una cosa: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Te dejo dos recomendaciones: la ropa de nena la comprás vos o cómprenla juntos y, por favor, dale a este hombre un pibe, una personita de su mismo género, un varón y después sí mandalo a comprar pero unos botines o una pelota de fútbol, o unos calzones de Batman. Es un consejo; manejate pero pensalo.

Te saludo muy afectuosamente
Dolito

miércoles, 11 de enero de 2012

El vaso medio lleno

El día de la fiesta de fin de año del Banco, me junté con unas amigas antes de ir para La Rural a terminar el 2011 laboral a pura diversión.
Como pocas veces ese sábado no había hablado con mamá por teléfono en todo el día. Es por eso que unos minutos antes de salir la llamé para reportarme como suelo hacerlo casi a diario. A pesar de que ya era más de las 8 pm, no la encontré en su casa. Salí corriendo porque ya estaban reclamando mi presencia cuando me acordé de madre y decidí llamarla desde mi celular.
El teléfono sonó unas cuantas veces pero mamá nunca atendió; la llamé a su celular y tampoco tuve suerte. Me llamó poderosamente la atención que no estuviera ni en su casa ni en el celular.
Debo reconocer que me preocupé. Mamá no es la persona más saludable del planeta; de hecho es bastante “delicagadita” del corazón y los pulmones. Sin embargo, opté por no dejarme invadir por la preocupación. En el caso de que le hubiera sucedido algo preferí enterarme al día siguiente y poder disfrutar de la fiesta con mis amigos del trabajo. Y así fue como acuñé mi propia definición de optimismo: elijo ver el vaso medio lleno y pasarla bien.
¡Gracias, Mamucha, por llamarme dos minutos después y confirmarme que estabas bien!  

viernes, 6 de enero de 2012

¡Mucho por tan poco!

Éstas son las cosas que me maravillan: con tan poco pero con mucha astucia logran sacarme una sonrisa.

A quién corresponda le agradezco de todo corazón porque fue el responsable de que termine la semana con una gran sonrisa.

domingo, 1 de enero de 2012

Como para empezar, esta reflexión


Keep it simple is one of my 2012 resolutions!

Mediando el día

Ayer prometí pensar mis resoluciones para este año que recién, recién comienza. Para ser sincera, es una de las tantas cosas que no puedo hacer; como decidir dónde y cuándo me voy a ir de vacaciones.
Sí llegué a la conclusión de que mi resolución va a ser no planificar nada, simplemente ir viendo qué me depara el destino; ir jugando las fichas a medida que las vaya necesitando. Sí decidí que voy a seguir haciendo terapia con la más grande de todas: Ana Leticia Palacio.
Sí estoy empezando a decidir que voy a volver a la rutina de psicoloca una vez cada quince días. Sí estoy segura de que quiero pensar bien cada elección que tome. Sí sé que quiero hacer de este año un año alegre, productivo e inolvidable. Probablemente retome mis clases de Tap.
Por ahora eso es todo lo que pude decidir. Veremos en qué termina. ¡Ah! Me olvidaba: también voy a continuar llenando este espacio con anécdotas y sensaciones de mi vida diaria.
Vamos para adelante y a conquistar nuevos horizontes en este 2012 recién salidito del horno.