Hace unos poquitos días, Cloti nos dijo a todos “hasta pronto”. Perdió la pulseada contra el cáncer a pesar de todo pronóstico; pronóstico médico no, el propio porque ella hasta último momento batalló y le dio la espalda a las estadísticas y a las opiniones.
La verdad que si tuviera que describirla no tendría palabras. Pero no las tendría porque casi no la conocí. Había escuchado nombrarla, sabía que era una de las amigas de DT de mi tía Ale, pero hasta ahí llegaba mi conocimiento sobre ella. La primera vez que – conscientemente - la vi fue en la confirmación de Nicanor y Rosario, y me llamó la atención que una señora, que intuía que era amiga de Ale, me saludara. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue la peluca que llevaba puesta. Cuando finalmente mis neuronas hicieron sinapsis, me acordé que Cloti estaba recuperándose de un cáncer y deduje que era ella.
Algunos podrán pensar que esta enfermedad es cruel. Yo a veces también lo pienso. Perdí a mi abuelo de cáncer y lo vi desintegrarse. Y si bien el cáncer no fue - lo que se dice - bondadoso con ella, la vida antes le puso en su camino unas amigas tan pero tan gloriosas que estuvieron a su lado incondicionalmente hasta último momento.
Recuerdo llamar a Ale para hablar sobre las pavadas cotidianas y que mi tío me dijera “te llama en un rato porque están haciendo una cadena de oraciones por Cloti”. Y sí: este cachivache y sus amigas, cada una en su casa, se ponían a rezar todas por su amiga, a la misma hora, por el mismo canal. Juntas haciendo fuerza para lograr su recuperación. Y un poco lo lograron y además la acompañaban, se alegraban con sus progresos y se entristecían con sus recaídas.
En las últimas semanas, todas, algunas, las que podían, cuando podían, organizaban sus cronogramas diarios para pasar un rato a la tarde para visitarla. No sé quién es quién pero sé de Andrea y Marta (que son las que más conozco), Patsy, Lina, y algunas otras que las vi pero no puedo relacionar nombre con cara, que también planificaban sus agendas y priorizaban dedicarle un rato a Cloti. Todas estuvieron a su lado hasta último momento, haciéndola reír, ayudándola a que las horas pasasen más rápidamente, a las carcajadas o más calladas los últimos días, viendo cómo comenzaba a despedirse.
Algo bueno habrá hecho Cloti en esta vida que tuvo tantas personas que la quieren y a la que le dijeron “hasta otro momento” con mucha tristeza. El lunes hablé con Ale y, la verdad, está hecha un perejil. ¡Mirá, Cloti, si habrás dejado una huella en la vida de esta mujer! Sabemos que es imparable, que es hiperquinética, que ni los dardos de Daktari o el Prozac consiguen bajarle las revoluciones a Ale. Sin embargo, ese día estaba triste y también un poco cansada.
Si les digo que casi no la conocía, no les miento; ni siquiera sé su apellido. Repito: para mí fue simplemente Cloti. Para Ale y sus amigas, también fue Cloti, su amiga. Cloti a la que cuidaron con ternura, a la que acompañaron en todo momento, a la que hicieron reir, con la que hicieron fuerza para que se recuperara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario