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sábado, 4 de febrero de 2012

Chichis 2.3.4 Gingerbread

El viernes 3 de febrero de 2012 es un día para recordar, una fecha que quedará marcada por el resto de la vida, un hito en la historia de la humanidad. Dentro de algunas décadas, algún presidente o presidentE argentino, vago de turno, ávido por encontrar días de ocio y relax sin fundamento de peso lo decretará feriado y conmemorará el día en que mi Sra. abuela – Angélica Noemí “Chichis” Cambas de Seoane – abrió una cuenta en Facebook (léase feisbuc).
Los libros de historia relatarán a posteriori el maravilloso logro tecnológico como una hazaña sin precedentes. En los días previos, contarán cómo Chicha se amigó con ese aparato estruendoso y desconocido para incursionar en el arte de jugar al solitario de una manera un poco más moderna. Esa estrategia fue seguida por la creación de una cuenta Gmail con el objetivo de acercar a la heroína a la tecnología 2.0 y de que dispusiese de la comunicación e intercambio de misivas del siglo XXI.
Sin embargo, los historiadores concordarán que este hecho impensado no terminó allí; no, señores y señoras (¡cómo impone esta muchacha el uso del masculino y el femenino!), dado que a los pocos días y sin causa letal aparente, Chichita tomaría la determinación de abrir una cuenta en Facebook. Los manuales relatarán la importancia de esta red social en la vida durante esos años. Tiempo después se sabrá que detrás de toda esta hazaña hubo una autora material: Nora Mabel Seoane (hija de la victoriosa prócer), cerebro de todo este movimiento en pos de la tecnología.
En relatos biográficos ulteriores, se contará cómo Chichis no sabía ni qué era una computadora, cómo se encendía, qué función cumplía en los hogares ni en las vidas de las personas. Describirían sin piedad que ni osaba acercase a la computadora, que desde hacía más de una década estaba en su casa, ni para pasarle un plumero.
Del mismo modo, manuales y estudios con un abordaje más social narrarían con detalles meticulosos la reacción de nietas y contacto de ésta ante tamaña novedad. Algún manual relataría la sorpresa inaudita de las susodichas al ver en sus notificaciones que su abuela les pedía solicitud de amistad; y hasta que una de ellas – de vacaciones con su prole en las proximidades de Río Hondo – intentó reprogramar su vuelta y ser testigo de un hecho tecnológico sin precedentes.

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