¿Quién no ha recibido alguna vez un
piropo? Hay varios: divertidos, cursis, guarangos. “Está más buena que comer pollo con la mano”, “que adelantada está la ciencia que hasta los
bombones caminan”, “ojalá fuera baldosa para verte toda la cosa”. Y así, páginas y páginas en internet.
El martes una amiga de mamá me dijo el mejor piropo que jamás me podrían
haber dicho. Todo surgió a raíz de las nuevas medidas económicas implementadas
en los últimos días: el famoso y nunca bien ponderado cepo al dólar. Intercambiando
mensajes de texto sobre cómo diantes viajar a Estados Unidos porque, por si no
estaban al tanto, Patacones y Lecops no aceptan los hermanos del norte, dije
con toda tranquilidad: “voy a encontrar la manera de ir. ¡Como sea!”. Respuesta
de Vicky Tomé: “me encanta tu optimismo”.
Gente, si me hubiese dicho “¿31? Parecés de 25” (a los casi 32, eso es
todo un halago); “te ves essspléndida”; “pero si no tenés panza”; “yo no te veo
celulitis. Tenés las nalgas de…” (completar la frase con el nombre del gatienzo
predilecto), no me hubiese hecho tan feliz como con esa frase. Ni divertido, ni
cursi, ni guarango. Simplemente una cuota extra de alegría. ¡Gracias y mil
gracias!
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