Sí, casi como la
Policia Federal Argentina o PFA para los amigos, hoy siento la necesidad de
dedicar este post a la comunidad, a mis fieles – casi todas ellas – seguidoras,
a usted, Doña Rosa.
¿Quién alguna
vez no habrá ensamblado un pionono con dulce de leche en el afán de querer
simular haber cocinado un postre o algo rico para la hora del té sin esmerarse
demasiado? Sí, ¡vamos! Todas alguna vez hicieron la típica “preparo algo rico
pero ni loca me complico la existencia”. A veces da fiaca, lo sé.
A mí ayer me
sucedió eso: vinieron amigas a cenar y quería hacer algo RRB – entiéndase como
Rápido, Rico y Barato. Entonces acudí al nunca bien ponderado pionono con dulce
de leche. Y aquí es donde hago mi aporte culinario.
En caso de no
haber reparado en este peculiar detalle, el pionono cuenta con un lado opaco y
migudo, y otro brillante y como más suavecito. Las reglas de la pastelería
básica indican que ese lado más llamativo va hacia adentro, pero yo quise
probar cómo quedaba con esa cara para afuera. De esa manera, el lado de la miga
absorbería más dulce de leche y esa parte que no es tan seca le daría una
cierta humedad.
Error, amigas,
el lado brillante siempre hacia adentro porque de lo contrario el pionono se va
rompiendo todo a lo largo a medida que lo vamos enrollando. Quedó exquisito a
ver si me explico, pero ajado de pe a pa. No se sientan en la obligación de
consolarme porque ¿cómo iba a saber que el
orden de los factores altera el producto si no lo comprobaba en persona? Ya
está: lo probé y no anduvo; pero tenía que experimentar.