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lunes, 16 de julio de 2012

¿Son los astros o es simplemente lunes?


A veces realmente me pongo a pensar si la alineación de los astros influye en nuestras vidas. Hago un pausa en mi escrito y ya mismo presiono “Guardar como”… Como se viene planteando el día, la atrevida de la notebook se reinicia sin que nadie le dé ese comando y yo pierdo lo poco que tengo escrito. Pienso y re pienso si será verdad. Si no son los astros, ¿entonces qué?
Hoy es lunes ni 13, la yeta; ni 17, la desgracia. Sin embargo este lunes vino torcido. Debe ser el frío, o la humedad. No, seguro que Cristina. Sin más preámbulos, les describo mi primer día laboral de la semana.
Frío cojudo y yo tuve que ir a las 8.30 al trabajo a hacer algo que detesto hacer, pero fui con la mejor de las buenas voluntades. Le di vuelta la cara al despertador y a la almohada, me vestí y salí – increíblemente – quince minutos antes de lo pautado. Subte, asiento, guía de New York y resaltador en mano, y…línea D con demora. “¡Tranquila, Dolores! Estás sentada, tenés tiempo, tenés lectura”. Y llegué unos veinte minutos tarde a pesar de haber salido quince minutos antes.
Hago la tarea que odio con lo más profundo de mi ser y me preparo unos mates. ¿No les conté? Hoy empecé la dieta…para ponerle onda al lunes ¿qué mejor? En algún momento, me llamó mi prima al celular y nunca atendí porque no tenía el teléfono encima. Al rato llama mi hermana con la inmejorable noticia de que mi perra – que está al cuidado de nuestra octogenaria abuela – se había escapado. Para hacerla corta: un amigo del paseador le hizo una broma y “secuestró” a su perra y a Sasha, mi perrita, ya mayor y absolutamente ajena e inocente en toda esta situación, pero lo más acertado fue que llamó a mi abuela para decirle que la perra se había escapado. Chichita – con sus casi 87 años y en pleno ataque de nervios y angustia – telefoneó a mi prima quien salió al rescate del can. Después nos enteramos de que la perra no se había escapado y también nos enteramos de que el amigo del paseador no tiene ni una pizca de criterio.

Con calma y cintura, calmé a mi abuela, le rogué a mi prima que no degollara al bromista infradotado y al paseador le dije muchas gracias por los servicios prestados. El día continuó casi amenamente: hice todo lo que se me asignó, llegué a un acuerdo con mi coordinadora de cómo plantear mi crecimiento profesional, tomé mucha agua y mucho mate, fui mil veces a pillar y no comí ni golosinas, ni porquerías, ni harinas. Recuerden: hoy empecé la dieta.
Las tareas se siguieron sumando, me fui una hora más tarde – y así y todo me quedaron cosas para mañana – y decidí ir al gimnasio a las ocho de la noche; tenía mucho frío como para ir a caminar por Palermo. Y fui…a pesar de todo pronóstico, a pesar de que mi casa estaba calentita, a pesar de la fiacota que me agarró.
Y llegué y la clase comenzó tarde, pero la nota de color fue que no había pasado ni diez minutos que se cortó la luz. Ni en la manzana de enfrente, ni a la vuelta ni a una cuadra; en la misma cuadra del gimnasio. ¿Cómo debo tomar este mensaje? ¿Es un premio por mi buena voluntad de haber salido a esa hora con ese frío? ¿Es la recompensa por haberme puesto firme con la dieta un lunes con este frío endemoniado? ¿Es una prueba para medir mi temple por no haber asesinado a nadie, por haber mantenido la calma en una situación de estrés? No lo sé. Simplemente sé que es lunes, un poco enrevesado pero lo terminé sin estrangular a nadie, con buen humor y escribiendo. 

sábado, 7 de julio de 2012

Cultura General


Este post más que un momento de ocio dedicado a la escritura, es una nota mental personal, al tiempo que tiene la intención de ampliar la cultura general de mis lectores.
¿Qué sabemos de las diferentes religiones? ¿Cuáles son los conocimientos básicos que muchos de la GCU – gente como uno – tiene de ellas? Que los hindúes no comen carne de vaca por considerarla un animal sagrado, que los católicos debemos hacer un sacrificio durante Pascuas, que las musulmanas visten la hijab – “vestimenta que cubre el cuerpo en público” -  de modo que sólo las manos y la cara sean visibles, que los judíos no comen carne de cerdo y…que los judíos celebran el Sabbat: día sagrado de la semana judía que se observa desde el atardecer del viernes hasta la aparición de tres estrellas la noche del sábado.
Esto quiere decir que si planeo comer comida judía las chances de comprarla un viernes a las 20.30 es poco probable. Sí, así de limada ando: fui a comprar comida judía a un negocio de comida judía atendido por sus dueños judíos un viernes a las 20.30 hs.
Si se les llega a antojar este tipo de delicias, traten de que sea de lunes a jueves o de ir un viernes antes de las 5 de la tarde; en invierno un poquito antes ya que anochece temprano. Sano y práctico consejo.

Regla de la vida # 313


Hoy me arrogo el título de desconsiderada, poco empática, chota si así lo quieren, pero desde hace unos días tomé la firme determinación de no ceder el asiento en – principalmente – el subte hasta que no esté 100% segura de que la persona a quien se lo estoy por dar esté visiblemente impedida, parapléjica, o no esté por estallarle la barriga si estamos hablando de una embarazada.
Hace un tiempo, viví una situación muy vergonzosa en el bendito subte. No me sucedió a mí directamente; al vecino del asiento de al lado. Aún así, juro que creí morir de la vergüenza. Como suele ser costumbre en los viajes de vuelta, la cantidad de gente que iba a tomar el tren era mucha y todos estábamos ávidos por conseguir un asiento. Gracias a Lucifer, me pude acomodar y junto a mí, un señor. En algún momento, creo que fue en la primera estación subió una joven (edad indefinida: podía tener 25 como 38 y daba lo mismo). No la miré con detenimiento hasta que el pobre infeliz, falto de criterio que estaba a mi diestra le dice:

Él: “Sentate”.
Ella: “No, gracias. No estoy embarazada; estoy gorda”. (Con desdén)
Él: “Glup”

No sé qué habrá pensado este pobre infeliz pero si yo me quise matar él habrá querido hacer lo mismo y en cuotas. ¡Estaba azul como un arándano! Y ése fue un momento de inflexión en mi vida, casi una epifanía, y promulgué la regla de la vida # 313: únicamente   embarazo de término o deterioro físico visible serán motivos fehacientes para que ceda el asiento en cualquier tipo de transporte público. Si hay un pequeño, casi ínfimo porcentaje de duda, una panza capsiosa, edad indeterminada, edad avanzada pero en mejor estado que yo está decidido que la persona se quedará parada a menos que exprese abiertamente su condición y/o dolencia.