Un tiempo antes, tuve que escribir lo que fuera lo más difícil de escribir. No fue un ensayo discursivo para una materia en inglés de la facultad; fueron las palabras de despedida para mi abuelo.
Hace un mes, me tocó despedir a Eduardo también con una carta. Eduardito, era el tío de mamá. Podríamos decir, mi tío abuelo. Sin embargo, él fue mucho más que eso en mi vida, en la de mi hermana y en la de mis primos. Fue difícil pero el cariño era tan grande que las palabras se escribieron solas. Me gusta pensar que acá, en este blog, van a ser inmortales como su presencia en mi vida. La comparto con quien quiera leerla:
Querido Eduardo:
Como
dice el dicho popular, “la familia no se elige; te toca en suerte”. Bueno, en
nuestro caso, nosotros nos elegimos: vos nos elegiste a mis primos y a mí como
nietos. Nosotros te elegimos como abuelo. Valentina te eligió como su bisabuelo.
Y con toda seguridad puedo afirmar que tuvimos un gran abuelo en vos.
Estoy
feliz de haberte tenido en mi vida por más de 32 años, por haber aprendido de
tu dulzura y tu bondad, por haber disfrutado de tu sonrisa y tu cariño. Por
todo eso y mucho más ¡gracias!
Podría
continuar largo y tendido, pero vos y yo sabemos que nos despedimos como
necesitábamos. Tus lágrimas y tu caricia en mi mano fueron pruebas certeras de
que todo lo que te dije te llegó al corazón, y eso me tranquiliza, y eso me
reconforta en medio de esta tristeza porque – en definitiva - te fuiste rodeado
de todo el amor de los que te adoramos.
Entonces
hoy elijo desearte un buen viaje. Acá nos quedan las sonrisas al recordarte con
“La boina de Eduardito”, con tus bolsas gigantes de Rocklets en Navidad, o con las
masitas secas para el té que nos llevabas los domingos en familia. Ahora andá
tranquilo pero quiero que sepas que ya nos volveremos a encontrar.
¡Descansá
en paz, Eduardito!
Te
quiero y un montón
Dolo